THE LUXURY OF EXPERIENCE VERSUS THE LUXURY OF MATERIAL GOODS
Lourdes Carbó S.
Founder.Head of Dreams at Alberta La Grup | Lifestyle Management & Experiences to UHNWI since 2006. No University
(a continuación en Espa?ol)
There is a new concept of luxury as being something completely distinct from opulence: It is not something that cultivates either ostentation or exhibition, nor is it demonstrated in the accumulation of expensive or bombastic objects. It is the answer to a new concept of genuine pleasure versus pure narcissism. This is the new idea of luxury, brought into being in the 21st Century and is a luxury that gives precedence to refinement and personal enjoyment. In the past, luxury has been related to outer appearances such as having spectacular jewels or wearing impressive dresses. This has now changed and luxury nowadays is more discreet, consisting of having thing made just for you, stamped with your initials. It means having something that is hard to get. In Aristotle’s “Politics”, it is precisely defined: “All in all, wealth consists more in use than in possession”.
Luxury, therefore, is experience. Authenticity. Knowledge. Luxury is a way of life and finding value in things that fulfil our lives.
Living is the only thing that is truly unique.
There is nothing more exclusive than the lives we lead. Life is uniquely for us and is tailor-made for each and every one of us. In the same way, true luxury can be related to memory and time, which comes with the discovery of a new life perspective: nobody else can claim to have lived the same things that we have. New luxury is related to simplicity: silence, the sparkling of crystalline water, the taste of ripe fruit that has recently been picked from the tree. They are things that were always within reach of everyone but no longer are due to mass-production, pollution and chaotic urbanism. As a result, the luxury of today is exactly what Henry David Thoreau described in “Walden” in 1854 as being the opposite of luxury: “Most of the luxuries and many of the so-called comforts of life are not only not indispensable, but positive hindrances to the elevation of mankind.” Nowadays, true luxury is, above all, the search for that same spiritual elevation.
Sensory pleasure is intellectual pleasure
Traditionally, the senses have been considered the anchor of all pleasure and, indeed, they bring to us the enjoyment that we treasure so much such as a beautiful moment stored in our memories. The best gastronomy in the restaurant of one of the world’s greatest chefs; discovering landscapes that are still unspoilt by humans; viewing the artwork of the best couturier in their private rooms… All this is related to the senses – sight, sound, taste and touch. However, it would not be the same without the presence of intellect. Reaching a deep understanding of the places we travel to, their history, their traditions or why a place is so far from man will multiply the pleasure. The appreciation of Haute Couture design is only possible if the experience is also present in the mind. The same happens when visiting a gourmet restaurant. Modern luxury claims its status from intellectual experience.
Exclusivity is a personal attitude
Luxury is synonymous with being only within the reach of very few –the “happy few” – but over the years, exclusivity has changed. These days, it isn’t so difficult to get lost in a dreamy landscape and stay overnight in a beautiful hotel. The key to new luxury, therefore, is “personalization” over exclusivity. The idea of material goods is no longer as important as the idea of having something made just for you. It is no longer the concept of something being hard to find but rather that it has your name on it in some way. Let’s take, for example, a jewel made of painite, the rarest precious stone in the world, or with alejandrites, that change colour in the light. To be able to recognize the true luxury, knowledge is required. You have to know to be able to distinguish something good from the very best and be able to appreciate the details. The new luxury is a personal attitude.
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EL LUJO DE LA EXPERIENCIA FRENTE AL LUJO DE LAS COSAS
Hay un concepto de lujo ajeno, por completo, a la opulencia. No cultiva la ostentación, ni la exhibición. No se muestra en la acumulación de objetos caros y ampulosos. Responde a una nueva concepción: la del placer genuino frente al puro narcisismo. Esta es la nueva idea de lujo que ha traído consigo el siglo XXI. Un lujo en el que priman el refinamiento y el disfrute personal. En el pasado, el lujo estaba en el aspecto externo, en tener grandes joyas y llevar vestidos imponentes. Eso ha cambiado, el lujo es ahora más discreto, consiste en tener algo hecho para ti, con tus iniciales. Tiene que ver con lo difícil de encontrar. Las palabras de Aristóteles, en su “Política”, lo definieron con precisión: “La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión”.
El lujo es, pues, experiencia. Y autenticidad. Y conocimiento. El lujo es una forma de vivir y valorar lo que nos trae la vida.
VIVIR ES LO VERDADERAMENTE úNICO
No hay nada más exclusivo que lo que uno vive. Sólo es para nosotros y está hecho a nuestra medida. De la misma forma, el lujo verdadero tiene que ver con la memoria y con el tiempo, con el descubrimiento de una nueva perspectiva vital. DE manera que nadie más pueda decir que ha vivido lo mismo que nosotros. El nuevo lujo está ligado a la simplicidad: el silencio, el brillo de un agua cristalina, el sabor de una fruta madura recién cogida del árbol. Son cosas que siempre estuvieron al alcance de todos y que hoy ya no lo están por la masificación, la contaminación, el urbanismo sin orden. Por eso, hoy el lujo es exactamente aquello que expresó Henry David Thoreau en su “Walden”, en 1854, como contrario al lujo: “La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no sólo no son indispensables, sino que resultan un obstáculo evidente para la elevación espiritual de la humanidad”. El verdadero lujo, hoy, busca, sobre todo, esa elevación espiritual.
EL PLACER DE LOS SENTIDOS, ES EL PLACER DEL INTELECTO
Tradicionalmente, se ha considerado a los sentidos como el ancla del placer. Y, efectivamente, nos proporcionan ese disfrute que atesoraremos como un instante precioso entre nuestros recuerdos. La mejor gastronomía, en la mesa de los mejores chefs del mundo; descubrir paisajes que aún hoy permanecen inviolados por la mano del hombre; asistir al arte del mejor “couturier” en sus salones privados… Todo ello tiene que ver con los sentidos –la vista, el oído, el gusto, el tacto–. Pero, no serían lo mismo sin la presencia del intelecto. Conocer a fondo el lugar al que viajamos, su historia, sus costumbres y por qué está tan lejos de los hombres multiplica el placer. Apreciar un dise?o de Alta Costura solo es posible si en la experiencia entra también en juego la cabeza. Y lo mismo pasa con las mesas más refinadas. El lujo moderno reclama su condición de experiencia intelectual.
LA EXCLUSIVIDAD ES UNA ACTITUD PERSONAL
El lujo es sinónimo de estar al alcance de unos pocos –los “happy few”–, pero, con los a?os, la exclusividad ha cambiado. Ya no es tan difícil perderse en un paisaje de ensue?o y pernoctar en un buen hotel. Por eso, la clave del nuevo lujo, más que la exclusividad, es la “personalización”. No importa tanto el material como que algo esté hecho solo para ti. Lo importante no es que sea difícil de encontrar es que, de alguna forma, lleve nuestro nombre. Una joya, por ejemplo, elaborada con una painita, la piedra preciosa más rara del mundo, o con alejandritas, que cambian de color con la luz. Para poder identificar el verdadero lujo hay que tener conocimiento. Hay que saber distinguir lo bueno de lo mejor, hay que apreciar los detalles. El nuevo lujo una actitud personal.
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