La Vida Me Debe Una
Maor Rozen
UEFA PRO Coaching License, Professional Coach and Coach Educator in 4 continents. CONMEBOL License.
En 1974 yo era un gurí. Venía Uruguay de un cuarto puesto en el Mundial de 1970 en México y so?ábamos con un nuevo “maracanazo” en Alemania. Calidad no faltaba para ello.
Holanda (ahora Países Bajos) nos despertó rápidamente del sue?o. La “naranja mecánica” nos perdonó la vida con un inmenso "Mazurka" (Ladislao Mazurkiewicz, nuestro golero) que atenuó la caída.
Hubo un futbolista que fue líder de ese fútbol total sobre el campo, ese día en Hannover.
Siempre me hizo ilusión y más viviendo en Espa?a, estrecharle la mano y “recriminarle” que “gracias” a él y a sus amigos, se rompieron los paradigmas de la formación futbolística en mi Uruguay.
Comenzaron a surgir expertos afirmando y explicando que debíamos cambiar las metodologías de trabajo con nuestros futbolistas para poder competir contra los europeos. Se hablaba más de las diferencias físicas que de lo técnico-táctico.
Esos cambios conceptuales, a los que muchos profesionales se afiliaron, tuvieron un precio.
Mientras los europeos y asiáticos estudiaban nuestros juegos en la calle con la pelota y perfeccionaban sus técnicas, nosotros (los uruguayos) queríamos ser físicamente como los europeos, con el consiguiente descenso de la atención en lo técnico-táctico.
La mesa del fútbol, apoyada sobre sus cuatro patas (Técnica, Táctica, Preparación Física y Psicología), se tambaleaba. Yo lo sufrí en mis tiempos de juveniles. Dunas de arena con pendientes de vértigo, carreras interminables en pretemporadas y fuerza, mucha fuerza.
La no clasificación para los dos mundiales siguientes en Argentina 1978 y Espa?a 1982, con una generación de excelentes individualidades, parecía dar una bofetada a esa nueva "filosofía". Solamente contadas selecciones juveniles lograban éxitos a nivel sudamericano. Quizás fue algo casual, pero habíamos comenzado a perder nuestra esencia.
Ese líder que referencié más arriba y que se constituyó en uno de los “responsables” de ese cambio de dinámicas en la preparación de nuestros futbolistas uruguayos es el recordado y mítico Johan Cruyff, con Rinus Michels a los mandos y otra pléyade de grandes jugadores acompa?ándolo.
Johan Cruyff, el mejor futbolista que vi jugar y liderar una forma de interpretar el juego, de sentir el fútbol. Futbolista total, caudillo de la "orange".
Inclusive Pep Guardiola nos cuenta que, si no hubiese sido por Johan Cruyff a quien tuvo de técnico en el FC Barcelona, el no sería quien es.
La vida no me otorgó el privilegio de saludarlo, pero el sábado en el curso de revaluación de mi Licencia UEFA PRO, tuve el placer de charlar un ratito y estrecharle la mano a su hijo Jordi.
Un gran consuelo para mi pena. La vida quedó en deuda conmigo.-
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Life owes me one
In 1974 I was a kid. Uruguay was coming off a fourth place finish in the 1970 World Cup in Mexico and we were dreaming of a new “Maracanazo” in Germany. There was no lack of quality for that.
Holland (now the Netherlands) quickly woke us from the dream. The “clockwork orange” forgave us with an immense “Mazurka” (Ladislao Mazurkiewicz, our goalkeeper) that softened our fall.
There was a footballer who was the leader of that total football on the field, that day in Hannover.
I was always excited, and even more so living in Spain, to shake his hand and “reproach” him that “thanks” to him and his friends, the paradigms of football training in my Uruguay were broken.
Experts began to emerge stating and explaining that we had to change the methodologies of work with our footballers in order to compete against the Europeans. There was more talk about the physical differences than about the technical-tactical conceptos of the game.
These conceptual changes, which many professionals joined, paid a toll.
While the Europeans and Asians studied our street games with the ball and perfected their techniques, we (Uruguayans) wanted to be physically like the Europeans, with the consequent decrease in attention to the technical-tactical formation of our young players.
The football table supported on its four legs (Technique, Tactics, Physical Preparation and Psychology), was shaking. I suffered it in my youth days. Sand dunes with dizzying slopes, endless kilometers running in pre-seasons and strength, a lot of strength.
The failure to qualify for the next two World Cups in Argentina 1978 and Spain 1982, with a generation of excellent individuals, seemed to slap this new "philosophy". Only a few youth national teams achieved success at the South American level. Perhaps it was a coincidence, but we had begun to lose our essence.
That leader I mentioned above and who became one of the “responsible” for that change in dynamics in the preparation of our Uruguayan footballers is the remembered and mythical Johan Cruyff, with Rinus Michels at the controls and another galaxy of great players accompanying him.
Johan Cruyff, the best footballer I saw play and lead a way of interpreting the game, of feeling football. A total footballer, an universal player, leader of the "orange".
Even Pep Guardiola tells us that, if it had not been by Johan Cruyff, who was his coach at FC Barcelona, he would not be who he is
Life did not grant me the privilege of greeting him, but on last Saturday in Madrid during the re-evaluation of my UEFA PRO license, I had the pleasure of chatting for a while and shaking hands with his son Jordi.
A great consolation for my grief. Life was left in debt to me.-