El problema del mundo...

A menudo, me encuentro reflexionando sobre una paradoja que parece definir nuestro tiempo: las personas más inteligentes, las que tienen la capacidad de transformar realidades, suelen ser las más llenas de dudas. Mientras tanto, quienes no cuestionan, quienes rara vez se detienen a pensar en la complejidad de las cosas, se mueven con una confianza arrolladora.

Y ahí está el problema.

Las dudas son naturales, incluso necesarias. No son un signo de debilidad, sino de humildad. Porque entender la magnitud de los retos implica reconocer que no siempre tendremos todas las respuestas. Sin embargo, esa misma duda, si no se gestiona bien, puede convertirse en parálisis, y ahí es donde muchos se quedan atrás.

En mi experiencia profesional y personal, he aprendido algo importante: la duda puede ser una gran aliada, pero solo si no permitimos que nos detenga. Aquí comparto tres lecciones clave que me han ayudado a moverme, incluso cuando no estaba segura:

1. El conocimiento nunca será completo. Siempre habrá algo más por aprender, un dato que no conocemos, una variable que no controlamos. Pero esperar a estar “listos” significa que nunca daremos el primer paso.
2. La acción genera confianza. No es al revés. La confianza no aparece mágicamente; se construye. Es al actuar, al equivocarte, al volver a intentarlo, cuando realmente creces.
3. Las dudas son humanas, pero el liderazgo requiere valentía. No se trata de no tener miedo o dudas; se trata de moverte con ellas. Esa es la diferencia entre liderar y quedarte al margen.

Hoy quiero lanzarte un reto: si estás dudando de ti mismo, de tus capacidades, de tu próximo paso, quiero que actúes. No porque tengas todas las respuestas, sino porque estás dispuesto a buscarlas.

El mundo necesita más mentes críticas, personas que piensen, que cuestionen, que no se conformen. Pero, sobre todo, necesita gente que actúe. Gente como tú.

Este es el momento. No dejes que las dudas te definan. Usa tu curiosidad, tu capacidad de análisis y tus ganas de mejorar para moverte hacia adelante. El mundo te está esperando.

The problem with the world…

I often reflect on a paradox that seems to define our times: the smartest people, those with the ability to transform realities, are often filled with doubt. Meanwhile, those who rarely question, who seldom stop to think about the complexity of things, move through life with overwhelming confidence.

And that’s the problem.

Doubt is natural—necessary, even. It’s not a sign of weakness but of humility. Understanding the magnitude of challenges means acknowledging that we won’t always have all the answers. But when doubt isn’t managed, it can turn into paralysis, and that’s where many people fall behind.

From my own professional and personal experience, I’ve learned an important lesson: doubt can be a great ally—but only if we don’t let it stop us. Here are three key insights that have helped me move forward, even when I wasn’t 100% sure:

1. Knowledge is never complete. There will always be something else to learn, a fact we don’t know, a variable we can’t control. Waiting to feel “ready” often means we’ll never take the first step.
2. Action builds confidence. Not the other way around. Confidence doesn’t appear out of nowhere; it’s built. By acting, making mistakes, and trying again, we grow.
3. Doubt is human, but leadership requires courage. It’s not about being fearless or doubt-free; it’s about moving forward despite them. That’s the difference between leading and standing on the sidelines.

Today, I want to challenge you: if you’re doubting yourself, your abilities, or your next step—act. Not because you have all the answers, but because you’re willing to search for them.

The world needs more critical thinkers—people who analyze, question, and refuse to settle. But above all, it needs people who act. People like you.

This is the moment. Don’t let doubt define you. Use your curiosity, your ability to analyze, and your drive to grow to move forward. The world is waiting for you.