Cuatro consejos para superar la procrastinación

La procrastinación se produce, sin embargo, cuando tengo previsto escribir a primera hora de la ma?ana un mensaje engorroso, que requiere de elaboración reflexiva, y prefiero alternativamente charlar con personas de staff y comentar cuestiones intrascendentes en uno de los corredores, o aceptar un café con otro colega. En mi caso, me sucede algunos sábados, cuyas ma?anas empleo normalmente a escribir artículos, y me entretengo reorganizando mi agenda, o examinando posibles destinos de viaje, o leyendo un libro desconectado con lo que tengo que escribir.

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No obstante, John Perry, profesor emérito de Stanford y autor del bestseller “The Art of Procrastination. A Guide to Effective Dawdling, Lollygagging and Postponing”, defiende que la criticada procrastinación puede tener efectos muy positivos si se sabe gestionar bien. Por ejemplo, él reconoce haber pospuesto muchas tareas profesionales como académico porque le entretenía el trato con estudiantes, de forma que en ocasiones dejaba de estudiar en su despacho para bajar a charlar a la cafetería. O también que ha retrasado la entrega de un artículo en un libro colectivo al conocer que los demás autores a la obra no habían enviado su contribución. La excusa comúnmente utilizada de “no soy el último en cumplir”, suele utilizarse con frecuencia para demorar una tarea trabajosa, y sustituirla por otra más amena, con la justificación de que también tenemos que realizarla. De todas maneras, Perry explica que en su caso la procrastinación le ha permitido conocer mejor a sus alumnos, y alcanzar mayor reconocimiento entre ellos. Quizás le haya compensado ser un mejor Profesor Mr. Chips, el popular profesor homenajeado por sus pupilos, que otras traeas del oficio académico.

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Efectivamente, hay procrastinación que puede tener efectos secundarios positivos. Dedicar tiempo al trato con los colegas, también en las horas de trabajo, la conversación informal, potencia la sociabilidad, genera más intimidad y favorece la cohesión de los equipos. El liderazgo requiere cultivar las relaciones interpersonales, y es conveniente conocer a los colegas más allá de su desempe?o profesional, cuáles son sus preocupaciones, ambiciones, si tienen algún problema individual o familiar. De todas formas, lo importante es compatibilizar esos tiempos dedicados al trato con la eficiencia en el resto de las tareas. No pasarse el día en la cafetería de charla con los camaradas. Como explica Katrin B. Klingsieck, existe procrastinación cuando su práctica perjudica al sujeto que la práctica, porque impide su desarrollo personal, o genera un resultado negativo -por ejemplo, no cumplir con un plazo establecido-, o porque genera una frustración individual.

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Un ámbito donde se produce frecuentemente la procrastinación es en el estudio, algo que debe ser objeto de análisis y propuestas por los educadores. La mayoría posiblemente hayamos experimentado, al menos en alguna ocasión, la tendencia a retrasar la preparación de un examen, especialmente cuando las materias no eran las más atractivas. El pensamiento de que será mejor esperar a las vísperas de una presentación para prepararla, o retrasar un quehacer a la noche, simplemente porque no nos apetece realizarlo por la ma?ana, aunque empleemos especiosas excusas. La procrastinación en el estudio suele resultar en malos resultados académicos. De acuerdo con los datos recogidos por Kingsieck, el 70% de los estudiantes reconocer experimentar la procrastinación, y 50% lo practican sistemáticamente, teniendo como consecuencia problemas en su desempe?o académico, y admiten sustituyen su actividad lectiva durmiendo, o distraídos con juegos, vídeos, o actividad en redes sociales. Las mismas estadísticas reflejan que el fenómeno es más frecuente entre hombres y mujeres, y que disminuye con la edad. Todo un reto para educadores y pedagogos.

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Un terreno académico abonado para la procrastinación son los estudios de doctorado. Por experiencia propia y ajena, la realización de un doctorado requiere de una gran dosis de motivación personal. Es un ciclo que lleva al menos cuatro a?os de duración, donde el esfuerzo es fundamentalmente individual, a diferencia de un master u otros grados donde se trabaja frecuentemente en equipo, y se cuenta con evaluaciones periódicas. En particular, el desarrollo de la tesis doctoral demanda una resiliencia singular, aunque se cuente con un buen tutor, que sin duda juega un papel esencial en su conclusión exitosa. El doctorado es un trabajo solitario, y algunos candidatos, generalmente jóvenes y todavía inexpertos, se plantean la tesis como el reto intelectual de sus vidas, la oportunidad de transformar el conocimiento en el área en la que trabajan. Este envite genera frecuentes subidas y bajadas de ánimo, conforme se hace un leve avance, o se experimenta un atasco de inspiración. Con frecuencia, para eludir el desánimo, se pospone el trabajo de investigación, en la esperanza de encontrar mejores momentos, o recuperar la lucidez intelectual más adelante, y se emplea el tiempo en otros asuntos. En estos casos, es conveniente recordar a los doctorandos que el objetivo de la tesis no es reinventar la rueda, sino probar unas competencias en investigación. Es mejor ce?irse al plazo y los tiempos, e intentar realizar un trabajo de investigación digno, que confiar en escribir un tratado revolucionario. Recuerde que Immanuel Kant publicó su Crítica de la Razón Pura en la madurez.

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No obstante, recordando lo que explicaba Perry, en ocasiones lo que pueda parecer procrastinación realmente no lo es, porque se puede estar desarrollando otra facultad personal, adquiriendo un conocimiento paralelo, socializando y cultivando las relaciones con otras personas. Por ejemplo, volviendo al caso de los doctorados, en los primeros estadios de preparación de mi tesis doctoral, en la estupenda biblioteca Bodelian de la Universidad de Oxford, solía saltar de un tema a otro de estudio, según iba conociendo nuevas líneas de investigación, o cuestiones relacionadas, lo que suele llamarse picoteo (“cherry picking”). Al ver la cita de un artículo interesante, buscaba el original, hojeaba los índices de los journals para encontrar nuevas ideas, recorría los corredores de la biblioteca buscando otros libros y nuevos autores. Realmente, esas búsquedas servían un doble propósito: por un lado, encontrar nuevas fuentes, conceptos y autores. ?Por otro lado, descansar unos minutos después de un rato largo de concentración en el estudio. Con el tiempo, como Perry, he aprendido a valorar esas divagaciones, los merodeos que ayudan a asociar ideas y ligar conceptos aparentemente inconexos, y que resultan finalmente en un mejor producto intelectual.

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En la actualidad, el acceso a las nuevas tecnologías proporciona también una formidable oportunidad para ese picoteo del conocimiento, permite realizar esos escarceos de información, ideas y opiniones, quizás con la desventaja de no poder darse un paseo por una biblioteca, poder aspirar el olor a papel, y eventualmente cruzarse con alguna persona interesante en el recorrido. No obstante, algunos expertos apuntan también al riesgo de aumento de procrastinación propiciado por las tecnologías. Daniel Goleman, por ejemplo, explica que la exposición de los jóvenes a los nuevos dispositivos digitales puede aumentar ciertas capacidades cognitivas, pero también hay que plantearse los déficits emocionales, sociales y cognitivos que ello acarrea. Sin duda, uno de los retos de los educadores en la actualidad es cómo combinar el potencial que ofrecen las nuevas tecnologías, y a la vez ense?ar a los alumnos a utilizar con mesura todos los dispositivos, evitar potenciales adicciones y entrenarles en evitar la procrastinación.

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Posiblemente no sea posible evitar completamente la procrastinación, e incluso como hemos visto, en ocasiones puede ser conveniente y entretenido procrastinar. No obstante, también es recomendable evitarla cuando se convierte en debilidad, y genera frustración o deriva en malos resultados, profesionales o académicos. Me permito formular algunos consejos:

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• En primer lugar, aproveche las actividades alternativas que se realizan cuando se procrastina. Si ha pospuesto alguna actividad relevante, al menos que lo que esté haciendo tenga alguna utilidad alternativa. Si ha empleado el tiempo debido a otra tarea a socializar, seguro que tendrá buenos retornos.

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• Intente evitar el perfeccionismo. Los perfeccionistas tienden a procrastinar, porque se resisten a implementar una actividad con resultados magistrales. Muchas veces hay que optar por el second best, y pasar al siguiente tema. Hay que encontrar el equilibrio entre eficiencia y perfección. Volviendo a las tesis doctorales, uno de los riesgos de los candidatos es la resistencia a presentar un trabajo razonable, aunque no merezca el premio al mejor artículo.

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• También, no se enga?e, e intente aprovechar las primeras horas del día para dedicarse a las tareas más retadoras. No deje para más tarde las reuniones o llamadas complicadas. La satisfacción de ir concluyendo las cuestiones difíciles proporciona una satisfacción personal que le proporciona confianza y le anima a seguir con nuevos envites.

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• Fije plazos razonables para las tareas que tiene comendadas. Si los tiempos de ejecución no son razonables, la dificultad del cumplimiento producirá frustración. No obstante, márquese la disciplina de cumplir con esos plazos razonables, si es preciso buscando el tiempo y el lugar para hacerlo, aunque tenga que cancelar otros compromisos, trasnochar o madrugar.

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Se atribuye a Mark Twain la cita “Never put off until tomorrow what you can do the day after tomorrow”. Más allá de su ironía, si no tiene la capacidad de procrastinar con salero y aprovechamiento personal, lo preferible es que adelante lo que tenga que hacer ma?ana para hoy.

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