1, 2, 3: el contexto manda
La mayoría de las organizaciones son híbridas, al menos en cierta medida. El trabajo remoto nos involucra de una u otra forma, y crear cohesión en nuestros equipos es un objetivo que ha probado ser bastante elusivo, abordado con un abanico de tácticas bastante amplio, muy a menudo sin tanta coherencia.
Hace unos a?os, empecé a recibir pedidos de varios líderes respecto de una problemática casi idéntica, que hoy me suena un tanto extra?a, y en ese momento también:
Organizamos after-office virtuales cada semana, y casi nadie viene.
Y… no.
Veamos por qué.
El tercer espacio
En sociología, el tercer espacio refiere a un entorno humano que está separado de los dos entornos sociales habituales: el hogar (primer espacio) y el trabajo (segundo espacio).
Tal vez te suene familiar esta configuración, porque fue el esquema discursivo que se adoptó durante la Guerra Fría para hablar de geopolítica: el Primer Mundo (Estados Unidos y los países aliados capitalistas), el Segundo Mundo (la Unión Soviética y los países aliados comunistas), y el Tercer Mundo (países no-alineados, a menudo subdesarrollados).
El esquema es interesante porque implica dos polos en tensión, y un tercer polo de distensión.
En el esquema de la Guerra Fría es claro: Estados Unidos y los países capitalistas por un lado, la Unión Soviética y los países comunistas por el otro; ah, y los demás.
Cuando hablamos de terceros espacios, hablamos entonces de espacios que se caracterizan por dos cualidades fundamentales:
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Y ambas cosas están relacionadas. Algunos ejemplos de terceros espacios pueden ser los cafés y los bares, los clubes y los centros culturales, los parques, pero también actividades (tengan o no un espacio propio) como el teatro, la literatura, la música, o los deportes.
Podríamos decir que lo que caracteriza a un tercer espacio es precisamente esa liviandad: es un espacio que no nos demanda nada, y eso es porque está desligado de los otros dos polos que sí.
Volviendo a nuestro argumento inicial, un after-office virtual no funciona porque no cumple con una de las máximas del after-office: ser un tercer espacio. Es un espacio (y un tiempo) que ya dejó de ser el trabajo, pero que todavía no es el hogar. Es un purgatorio (a veces literalmente), una suspensión de la responsabilidad, un oasis de distensión.
En el momento en el que es la organización quien invita al after-office, ya peligran algunas de esas características. Aun en organizaciones cuya cultura ha cumplido en generar un buen clima interno, el problema sigue siendo que los terceros espacios son mejores cuanto más lejos están de los otros dos espacios.
?Todo es negocio y cultura organizacional?
Pues no. No todo. Lo cierto es que cualquier vínculo puede beneficiarse de un tercer espacio. Las relaciones laborales, desde ya, pero también las relaciones de pareja, las amistades, los vínculos familiares, las sociedades.
El compromiso es una variable difícil de construir, mantener y evolucionar. La mayoría de las organizaciones tiene mucho trabajo por hacer en ese campo. Y entre las pocas que han logrado construir compromiso en sus equipos, pasa algo fascinante: no saben bien cómo lo han hecho.
Muchas veces, su secreto (y lo es para ellos mismos también) es un tercer espacio.
Tener un lugar o un momento de distensión, que tenga una carga menor de responsabilidad, deber y obligaciones, permite desconectar. Relajarse.
Llegando al final de este breve recorrido, te sugiero que sueltes la mandíbula, relajes los hombros y te des también, aunque sea por un minuto, un tercer espacio para distenderte.
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Lic. Conservadora - Restauradora de Bienes Culturales
4 个月grandioso !