Here's how you can deliver difficult feedback constructively and ensure it's well-received.

La preparación es esencial y bajo mi opinión, ésta comienza en la humildad. En entender que la opinión de otros es tan válida como la nuestra. Bajo esa premisa, estoy segura de que ya hay un gran recorrido hecho hacia el respeto. Igualmente, se ha de ser cauteloso en los foros, donde, si bien el aprendizaje es colaborativo, al carecer de la expresión oral y corporal del emisor del mensaje, el tono y sentido se los da su receptor, desde su propia sensibilidad. En consecuencia, entiendo que la asertividad es la mejor opción en la mayoría de los casos.

Absolutamente de acuerdo. La objetivación del mensaje resulta capital. Alienar el mensaje de su receptor, para que éste verse sobre una generalidad es una buena opción.

La eventual objetividad necesita al menos de tres elementos no negociables para poder dejar que las ideas hablen y no las personalidades. 1. Relevancia: lo que vamos a decir ?es necesario? ?tiene que ver con el tema o la falta? De lo contrario será un juicio de valor que solo contaminará el espacio; 2. Aceptabilidad: ?hay elementos reales para sostener tal situación? acá debemos recuperar todo tipo de evidencia para, por ejemplo, admitir un error en un preoceso; 3. Suficiencia: los argumentos que me permiten sostener tal jucio ?son suficientes para someter a una persona a esa molesta situación? Una retroalimentación dificil no debe surgir de un argumento o idea inacabada, sino de aquella que se puede sostener en su amplitud, sin conflictos.

Una crítica sola, por muy objetiva y constructiva que sea, no aporta nada sin una alternativa. Se supone que cuando alguien no está de acuerdo con algo, es porque -bajo su criterio- considera que hay una alternativa "mejor". Si no dispones de dicha alternativa, mejor no valorar la expuesta por un tercero, ya que ha tenido la capacidad de aportar una idea.

El diálogo horizontal, evita que una diferencia de estatus muy grande -jefatura y subordinados- influya negativamente en el ánimo de la conversación. Donde los primeros dictan la realidad y los segundos se defienden. La idea de un intercambio dialógico en igualad de condiciones permite descubrir la base de los conflictos, más allá de la diferencia eventual entre los comunicantes; no se tratará de lo que dice el jefe o lo que responde el empleado, sino de lo que pueda resolver el conflcito en función de las ideas que van de un lado a otro. La autoridad debe abandonar su lugar falaz ("es así porque lo dice el jefe") y abrirse paso en el mundo de las ideas resolutivas, vengan de donde vengan.

Toda discusión acerca de la "personalidad" de los comunicantes toma siempre tintes perversos (no nos gusta que hablen mal de nosotros), la razón, entonces, debe primar antes de cualquier aprehensión del tipo ideológico o de fe. No hablamos de las "personas" sino de las "ideas" que ellas portan, no hay entonces comunicador malo ni bueno, sino, ideas que no cumplen los niveles de razonabilidad esperados. Si nos encontramos hablando de la "forma de ser" de alguien, esta es una se?al inequívoca que hemos errado el camino; mientras las personas se pelean por lo que "son" las ideas siguen allí esperando ser resuletas por lo que se puede "comprobar". Son los argumentos los que se ponene en crisis, no la capacidad intelectual de los interlocutores.